domingo, 29 de mayo de 2011

La verdadera alegría

La primera lectura de la misa de hoy dice que el diácono Felipe anunció el evangelio en Samaría y “la ciudad entera se llenó de alegría” (Hch 8,8). Es sorprendente descubrir que el evangelio ha sido fuente de paz y de alegría para tantas generaciones de cristianos. Fuente de la verdadera paz y de la verdadera alegría, porque hay ocasiones en las que no tenemos conflictos, pero eso no significa que vivamos en paz. Y hay ocasiones en las que tenemos experiencias placenteras, pero eso no significa que gocemos de la alegría.

La verdadera paz y la verdadera alegría, las que el mundo no puede dar, porque no las posee, provienen de lo que Jesús dice en el evangelio de hoy: “No os dejo solos… Volveré a vosotros… Os daré mi Espíritu” (Jn 14,18ss). Estas palabras las dice en su discurso de despedida, después de la última cena. Efectivamente, después de su muerte en la cruz, regresó a la vida, se apareció a los discípulos, dándoles su paz (Jn 20,19) y ellos “se llenaron de alegría al ver al Señor” (Jn 20,20). A continuación “sopló sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,22).

Estas no son historias antiguas. Lo que sucedió entonces sigue aconteciendo hoy. Jesús resucitado se hace presente en nuestras vidas, nos da su paz y su alegría, nos comunica su Espíritu. Por eso podemos vivir gozosos, a pesar de las contradicciones de la vida, a pesar de los sufrimientos y de las humillaciones. Si el Espíritu de Jesús vive en nosotros, eso significa que somos partícipes de su misma vida y un día seremos herederos de su reino. Porque me lo creo, solo me queda orar con san Juan de la Cruz, pidiendo a Cristo que lleve a plenitud su obra en mí, que no se eche a perder su proyecto de amor sobre mi persona:

Gocémonos, Amado,

y vámonos a ver en tu hermosura

al monte ó al collado

do mana el agua pura;

entremos más adentro en la espesura.

Y luego a las subidas

cavernas de la piedra nos iremos,

que están bien escondidas,

y allí nos entraremos,

y el mosto de granadas gustaremos.

Allí me mostrarías

aquello que mi alma pretendía,

y luego me darías

allí, tú, vida mía,

aquello que me diste el otro día:

El aspirar del aire,

el canto de la dulce Filomena,

el soto y su donaire,

en la noche serena,

con llama que consume y no da pena.


P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.

EL SERVICIO SOLICITO DEJA UNA ESTELA DE ALEGRIA

Lc 1, 39-56

Queridos amigos: Terminamos el mes de mayo con la fiesta de la Visitación de la Virgen María.
«Por estos mismos días María se puso en camino y fue a toda prisa a la sierra, en dirección a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (1,39-40). El nexo temporal que une esta nueva escena con la anterior es de los más estrecho, imbricándolas íntimamente. María se olvida de sí misma y acude con presteza en ayuda de su pariente, tomando el camino más breve, el que atravesaba los montes de Samaría. Lucas subraya su prontitud para el servicio: el Israel fiel que vive fuera del influjo de la capital (Nazaret de Galilea) va en ayuda del judaísmo oficial (Isabel; «Judá», nombre de la tribu en cuyo territorio estaba Jerusalén). Al igual que el ángel «entró» en su casa y la «saludó» con el saludo divino, María «entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel». De mujer a mujer, de mujer embarazada a mujer embarazada, de la que va a ser Madre de Dios a la que será madre del Precursor.

«Al oír Isabel el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre e Isabel se llenó de Espíritu Santo» (1,41). El saludo de María comunica el Espíritu a Isabel y al niño. La presencia del Espíritu Santo en Isabel se traduce en un grito poderoso y profético: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Y ¿quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa la que ha creído que llegará a cumplirse lo que le han dicho de parte del Señor!» (1,42-45).

Isabel habla como profetisa: se siente pequeña e indigna ante la visita de la que lleva en su seno el Señor del universo. Sobran las palabras y explicaciones cuando uno ha entrado en la sintonía del Espíritu. La que lleva en su seno al que va a ser el más grande de los nacidos de mujer declara bendita entre todas las mujeres a la que va a ser Madre del Hombre nuevo, nacido de Dios. La expresión «Mira» concentra, como siempre, la atención en el suceso principal: el saludo de María ha servido de vehículo para que Isabel se llenase de Espíritu Santo y saltase de alegría el niño que llevaba en su seno. La sintonía que se ha establecido entre las dos mujeres ha puesto en comunicación al Precursor con el Mesías. La alegría del niño, fruto del Espíritu, señala el momento en que éste se ha llenado de Espíritu Santo, como había profetizado el ángel. A diferencia de Zacarías, María ha creído en el mensaje del Señor y ha pasado a encabezar la amplia lista de los que serán objeto de bienaventuranza.

LA EXPERIENCIA DE LIBERACION

DE LOS HUMILLADOS Y OPRIMIDOS
En el cántico de María resuena el clamor de los humillados y oprimidos de todos los tiempos, de los sometidos y deshereda­dos de la tierra, pero al mismo tiempo se hace eco del cambio profundo que va a producirse en el seno de la sociedad opresora y arrogante: Dios ha intervenido ya personalmente en la historia del hombre y ha apostado a favor de los pobres. En boca de María pone Lucas los grandes temas de la teología liberadora que Dios ha llevado a cabo en Israel y que se propone extender a toda la humanidad oprimida. En la primera estrofa del cántico María proclama el cambio personal que ha experimentado en su persona:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor
y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
porque se ha fijado en la humillación de su sierva.
Pues mira, desde ahora me llamarán dichosa
todas las generaciones,
porque el Potente ha hecho grandes cosas a mi favor
-Santo es su nombre-
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación» (1,46-50).

Por boca de María pronuncia su cántico el Israel fiel a Dios y a su alianza, el resto de Israel que ha creído en las promesas. Alaba a Dios por su cumplimiento, que ve inminente por el hecho de la concepción del Mesías y experimenta ya realizado en su persona. «Dios mi Salvador» (cf. Sal 24,1; 25,5; Miq 7,7, etc.) es el título clave del cántico, cuyo tema dominante va ser la salvación que Dios realiza en Israel. Dios ha puesto su mirada en la opresión que se abate sobre su pueblo y lo ha liberado en la persona de su representante, su «sierva» (cf. Dt 26,7; Sal 136,23; Neh 9,9).

Los grandes hitos de la liberación de Israel están compendia­dos en las «grandes cosas» que Dios ha hecho en favor de María: esta expresión se decía en particular de la salida de Egipto (Dt 10,21, primer éxodo). En el compromiso activo de Dios a favor de su pueblo, éste reconoce que su nombre es Santo; en el compromiso de los cristianos a favor de los pobres y marginados, éstos reconocerán que el nombre de Dios es Santo y dejarán de blasfemar contra un sistema religioso que, a sus ojos, se ha pres­tado con demasiada frecuencia a lo largo de la historia a defender los intereses de los poderosos o por lo menos se ha inhibido de sostener la causa de los pobres con el pretexto de que alcanzarán la salvación del alma en la otra vida.

En la segunda estrofa se contempla proféticamente el futuro de la humanidad desheredada -tema de las bienaventuranza- como realización efectuada e infalible de una decisión divina ya tomada de antemano:

«Su brazo ha intervenido con fuerza,
ha desbaratado los planes de los arrogantes:
derriba del trono a los poderosos
y encumbra a los humillados;
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide de vacío» (1,51-53).

Dios no ha dado el brazo a torcer frente al orden injusto que, con la arrogancia que le es proverbial, ha pretendido con sus planes mezquinos e interesados borrar del mapa el plan del Dios Creador. Dios «ha intervenido» ya (aoristo profético) para defender los intereses de los pobres desbaratando los planes de los ricos y poderosos. La acción liberadora va a consistir en una subversión del orden social: exaltación de los humillados y caída de los opresores; sacia a los hambrientos y se desentiende de los ricos. El cántico de María es el de los débiles, de los marginados y desheredados, de las madres que lloran a sus hijos desapareci­dos, de los sin voz, de los niños de la «intifada», de los muchachos que sirven de carnaza en las trincheras, en una palabra: de la escoria de la sociedad de consumo, que dilapida los bienes de la creación dejando una estela de hambre que abraza dos terceras partes de la humanidad.

Finalmente, en la tercera estrofa pone como ejemplo concreto de la salvación, cuyo destinatario será un día no lejano la entera humanidad, la realización de su compromiso para con Israel:

«Ha auxiliado a Israel, su servidor, acordándose -como lo había prometido a nuestros padres-de la misericordia en favor de Abrahán y su descendencia, por siempre» (1,54-55).

Dios no ha olvidado su misericordia/amor (Sal 98,3), como podía haber sospechado Israel ante los numerosos desastres que han jalonado su historia. La fidelidad de Dios hecha a los «pa­dres», los patriarcas de Israel, queda confinada de momento, en el horizonte concreto de María, el Israel fiel, a su pueblo. Sólo en la estrofa central hay atisbos de una futura ampliación de la promesa a toda la humanidad.

«María permaneció con ella como tres meses y regresó a su casa» (1,56). Lucas hace hincapié en la prolongada permanencia de María al servicio de su pariente, aludiendo al último período de su gestación. Silencia, en cambio, intencionadamente su pre­sencia activa en el momento del parto, cuando lo más lógico es que la asistiera en esta difícil situación. No tiene interés en los datos de crónica, sino en el valor teológico del servicio prestado. La vuelta «a su casa» sirve para recordar que en la gestación de su hijo, José no ha tenido arte ni parte. La mención de las dos «casas», la de Zacarías al principio y la de María al final, establece un neto contraste entre las respectivas situaciones familiares.

COMENTARIO
El acontecimiento debió pasar totalmente ignorado para los medios de comunicación de la época. Nada anormal el que una muchacha visitase a su prima embarazada y la acompañase en aquellos difíciles momentos. Pero María sabía que bajo aquella capa de normalidad algo realmente extraordinario estaba sucediendo. O, si se quiere, estaba empezando a suceder. Algo de Dios había en aquel hecho de encontrarse las dos primas embarazadas.

María y su prima Isabel, ojos de mujer, supieron ver lo que tantos otros no llegaron ni a barruntar. Dios estaba viniendo. Dios estaba preparando su tienda para hacerse uno de nosotros. Eso significaba una verdadera revolución. No como las que hacemos los hombres en la historia de nuestras naciones, en las que unos tiranos suceden a otros.

Esta es una revolución de las de verdad. De las que ponen todo patas arriba. De las que rompen los esquemas establecidos. De las que nos obligan a tomar partido. De las que dan lugar a un futuro nuevo y diferente. Es el tiempo de los pobres, de los que no tienen nada, de los débiles, de los hambrientos. Para ellos el poder y la misericordia de Dios son esperanza cierta de vida plena. Todo eso lo entendieron perfectamente María e Isabel al encontrarse y mirarse a los ojos. Por eso se pusieron a cantar juntas. Y anunciaron lo que sigue siendo fuente de ánimo y coraje para innumerables cristianos en su vida diaria.

Hoy, con María e Isabel, renovamos nuestra esperanza y entonamos el Magnificat: Dios está de parte de los pobres y está viniendo para hacer justicia.

"Señor, a veces hago algunas cosas por los demás, pero no siempre . Me parezco poco a tu Madre. Y, sin embargo, ¡deseo tanto ser como ella! Gracias por ayudarme a mantener vivo mi deseo".

CMS Trigueros

¡Oh dulcísimo María, yo guardaré la paz del corazón!

MM. 27,4 F. Palau

6º Domingo de Pascua - A

Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor.

EVANGELIO: JUAN 14,15-21

El evangelio de hoy sigue al del domingo pasado. Es difícil resumir las riquezas de estos dos textos. Lo esencial está claro: en su despedida en vísperas de la Pasión, Jesús manifestó a sus discípulos que su marcha les abría acceso al Padre y les anunció una unión consigo que transformaría su existencia.

La necesidad de creer en Jesús. Solo así se puede entender que su partida sea para el bien de los discípulos. Jesús es el único camino hacia el Padre; es todo lo que el hombre necesita para la salvación.

Jesús ha trazado el itinerario de la nueva humanidad, que la lleva a encontrar al Padre en la solidaridad total con el hombre. Dios se hace uno con la comunidad y vive en ella en cada miembro. La condición para esta presencia es la identificación del grupo con la persona y mensaje de Jesús, por el amor a él y la práctica de sus mandamientos.

15 Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.

Es la primera vez que Jesús menciona el amor de sus discípulos hacia él. La fe en él denota una adhe-sión personal que culmina en amor. La adhesión a su persona y a su obra se convierte en un impulso de identificación. Por esa identificación con él, los manda-mientos pierden el carácter de imposición; son la exigencia del amor. Cumplirlos significa ser como él, y esto lleva espontáneamente la fuerza interior del Espíritu.

Los mandamientos "míos", son distintos a los de la Ley de Moisés. No se enumeran ni se formulan: son como "exigencias", respuesta del amor a la necesidad del hombre en cada circunstancia. El mandamiento nuevo es el prototipo: amaos como yo os he amado.

16 Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad

Jesús intercede al Padre para que comunique el Espíritu a los suyos. La comunidad recibe el Espíritu solamente a través de Jesús.

Paráclito, "valedor", es el que ayuda en cual-quier circunstancia. Con un significado amplio: "ayudan-te, asistente, sustentador, protector, abogado, procura-dor" y, sobre todo, con el de "animador e iluminador" en el proceso interno de la fe.

Tiene un doble papel: dentro de la comunidad, es el que mantiene vivo e interpreta el mensaje de Jesús (14,26); fuera de la comunidad, en su enfrenta-miento con el mundo, es el que da seguridad a los discípulos y los guía interpretando los acontecimientos (16,7-15).

Mientras ha estado con los suyos, Jesús mismo les ha enseñado y protegido (17,12). Desde ahora será el Espíritu el valedor permanente. Es el Espíritu de la verdad, porque él es la verdad y la comunica. Por serlo de la verdad lo es de la libertad, pues la verdad hace libres; él continuara el proceso de liberación. Jesús es la verdad (14,6), y el Espíritu, la fuerza de la verdad.

En resumen: el Paráclito será el sustituto de Jesús. Esto quiere decir que los discípulos no deben olvidar lo que oyeron a Jesús ni lo que recibieron de él. Más bien, deben volver constantemente sobre ello, profundizando, desentrañando, actualizando la misma

revelación. Sera su “maestro y pedagogo”, en la linea de captación de lo dicho y hecho por Jesús.

17 El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.

El mundo esta considerado en sentido peyora-tivo: el "orden injusto". Profesa "la mentira", una ideología que propone como valor lo que es contrario al designio creador, lo que merma o suprime la vida del hombre: la muerte. El sistema es la mentira institucio-nalizada, que llega al homicidio, la supresión de la vida. No puede percibir el Espíritu de la verdad ni conocerlo, pues la estructura de muerte es incompatible con el principio de vida.

Los discípulos tienen experiencia del Espíritu debido a la presencia de Jesús, en quien mora el Padre; pero esa experiencia será mayor en el futuro, cuando llegue la interiorización que Jesús les promete.

18-19 No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo

Jesús está preparando a sus discípulos para el momento de su ausencia; les da todas las seguridades para que no estén intranquilos. En el A.T. el huérfano es el prototipo del que está a merced de los poderosos; es aquel con quien se cometen todas las injusticias (Is 1,17-23; Jer 5,28; Os 14,4). Jesús no va a dejar a los suyos indefensos.

El mundo no volverá a verle, porque Jesús está hablando ahora de la visión de la fe. Y esta visión única-mente es perceptible por los creyentes.

20 Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros.

Jesús está identificado con el Padre por tener el mismo Espíritu, la misma plenitud de amor; los discípu-los lo están con Jesús por el amor a él y a los hermanos, que es el Espíritu recibido. Es una experiencia de unidad e integración, una comunión de vida entre Dios y el hombre. Jesús vincula a Dios con los hombres.

Se constituye así un núcleo de donde irradia el amor: la comunidad identificada con Jesús y a través de él con el Padre. En ella y a través de ella se ejerce la acción salvadora de Dios en la humanidad.

21 El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.

El discípulo hace suyo los mandamientos de Jesús y los cumple. El amor consiste, por tanto, en vivir los mismos valores que Jesús y comportarse como él. El amor verdadero no es solamente interior, sino visible: un dinamismo de transformación y de acción (el Espíritu).

La semejanza con Jesús provoca una respuesta de parte del Padre que ve realizada en el hombre la imagen de su Hijo. La respuesta de Jesús se traducirá en una manifestación personal. El Padre considera como hijo al que ama igual que Jesús; Jesús lo ve como hermano.

FELIPE ABRE CAMINOS

El diácono Felipe abre el camino a Pedro y a Juan, que llegarán más tarde imponiendo las manos para que recibieran el Espíritu Santo.

Tenemos que abrir caminos, la Iglesia de hoy necesita romper fronteras, incorporar a gente nueva, salir del círculo de hacer siempre las mismas cosas que no sean fundamentales, arriesgar. A veces estamos metidos en una pastoral de entretenimiento y no de crecimiento, de liberación.

En adelante, nos indica Pagola (Algunas claves para la misión), será cada vez más importante la creatividad, la obediencia al Evangelio que es quien pone vida en la Iglesia, introduce el Espíritu, abre caminos, alienta a buscar salidas nuevas a situaciones nuevas. La tarea es delicada pues supone actuar no contra lo establecido pero tampoco según lo establecido sino por caminos nuevos. Supone también una operación de «deconstrucción» de viejos esquemas mentales, comprensión renovada del hecho cristiano y reconstrucción de nuevos caminos bajo la acción del Espíritu «sujeto trascendente de la Tradición» (Y. Congar).

Abrir caminos, ¿es también mi tarea?

EL AMOR QUE ES PRESENCIA DE DIOS

Pasar por esta experiencia marca para toda la vida. Sentir la ternura de Dios, nos atrapa y pase lo que pase no la olvidamos.

Aquel a quien un día dije si, porque le oí, muy dentro, es hoy también el mismo en el que creo, el mismo en quien confío y a quien sigo, a pesar de mil dudas y quebrantos, de cansancios oscuros, tropiezos y reservas, es aún todavía mi amigo fiel, mi roca y salvación.

Amar y dejarse querer. Ya os preparé, en las catequesis del año pasado, siguiendo a G. Roca, algunas formas de amar. No me resisto, incluso con temor a ser pesado y repetitivo, a resumiros lo que reflexionamos:

AMOR COMPASIVO.

Ser compasivo es igual que padecer con. Allí donde perdamos el aire de la compasión, de la ternura, nos quedaremos sin respiro. Allí donde no sintamos el corazón de los cansados y agobiados, nos quedaremos flotando, como el corcho, al vaivén de cualquier marejadilla.

Amar con ternura es dar valor a los pequeños detalles de acogida, de proximidad, de compañía. Con una visita apropiada, un paseo compartido, una mirada sentida... curamos.

Hay que recuperar el encuentro personal, la escucha larga y desinteresada, el encuentro gratuito que encuentra y se deja encontrar.

Hay que buscar parcelas de hogar, allí donde todos somos distintos y necesarios.

Hay que ampliar los espacios de comunicación, donde esos encuentros sencillos y cotidianos pueden ser celebrados como don gratuito de algo más que un "¿comoestas?" y donde la fragilidad puede contenerse (no dejéis de venir mañana, nos pide una enferma con sida). Hay sufri-mientos que nos hacen indestructibles si compartimos ternura.

AMOR REHABILITADOR.

Es el amor que activa la autonomía personal, aunque sea mínima. Es el amor que potencia la auto dependencia, que ayuda a recuperar las facultades que han dejado de funcionar. Ver al hermano, no con carencias, sino con posibilidades.

Y siempre tenemos el amor de Jesús, que ofrecía ayuda abriendo primero el corazón (¿quieres que te cure?... y el ciego era invitado a caminar hacia la piscina) antes que la solución llegara. Fue capaz de ayudar sin sustituir y de acoger sin suplir. Algo tendría su encuentro con las personas que las creaba autónomas, les devolvía el gusto por la vida y les activaba lo que se había dormido. Quien era curado, era previamente rehabilitado: capaz de solicitar ayuda.

AMOR RECONOCIDO.

Hay en cada persona un cúmulo de posibilidades que todavía con han encontrado el clima primaveral para germinar. La zona desocupada que todos llevamos dentro solo puede despertar a golpes de fraternidad, de amor. Es el hermano al pedir ayuda quien me ayuda.

El amor así es una necesidad de mutuo reconoci-miento. Solo ayudando me ayudo. Ese amor convierte la caída en vuelo. Es la desgracia una gracia para mí. Y en este camino no están separados conocimiento y afecto: comprendo porque amo y amo porque voy comprendiendo al hermano desde mí yo profundo.

AMOR QUE GENERA ALTERNATIVAS.

Es el amor que se adapta al hoy, que se transforma en posibilidades. Es el amor que se orienta a evitar la exclusión social, que busca con otros colectivos las causas del malestar social. Es la dimensión política. Es el amor que critica las raíces del mal pero que agiliza la creatividad en buscar soluciones.

SIEMPRE CON NOSOTROS

Nosotros también somos una comunidad cristiana a la que el Señor mira con inmenso cariño. No estamos solos ni abandonados. El Espíritu anda con nosotros y nuestra vida va adquiriendo los rasgos de Jesús: nos preocupan y nos ocupan los excluidos, los niños, los enfermos, los ancianos solos y dejados a su suerte, los disminuidos físicos y psíquicos, los inmigrantes, los drogadictos, los encarcelados. Y sabemos poner nombre y rostro a cada uno de los nombrados.

Cada día nos hacemos más humildes, más senci-llos, más generosos y más servidores. Cada día disfrutamos del amor del Señor. Cada cual tiene su experiencia de esa presencia cercana y silenciosa. Sería bueno que la expre-sáramos en los grupos cuando toque la puesta en común. ¿Vale?


CMS Trigueros

Vino el Redentor y por medio de una oración continua, reconcilió el mundo con su Padre.

Lu. Ct.8 F. Palau

jueves, 26 de mayo de 2011

ASAMBLEA GENERAL PROKARDE

¡Hola! Amigos del CMS, el día 7 de Mayo se celebró en Barcelona la Asamblea general de Prokarde, más concretamente en el Prat de Llobregat, en el colegio de las hermanas.

Se empezó con una oración, en la que todos nos sentimos muy unidos a Cristo, nuestro modelo y camino.

El encuentro empezó con la presentación de cada uno de los participantes para conocernos mejor y saber nuestros lugares de procedencia.

Las delegaciones que participaron fueron 7: Granada, Castilla- León (Valladolid, Palencia, CMS), País Vasco, Madrid, Navarra, Zaragoza, y Cataluña.

Cada delegada exponía su proyecto, mediante una presentación de power-point, o fotos, las actividades que hacían para recaudar fondos…

Todos estabamos de acuerdo en que sería necesario que en las delegaciones hubiera plataformas, para facilitar el trabajo de recogida de fondos y de sensibilización.

Después de la exposición de todos los delegados, un descanso que nos permitió compartir esta primera parte del encuentro.

Pepa Martínez de la Federación catalana de ONG (FCONG), en este organismo están incluidas 85 ONG, pretende dar un mejor apoyo a las ONG y a todos los niveles, nos propuso un taller muy participativo ¿QUÉ SOLIDARIDAD QUEREMOS? La dinámica consistía en que cada uno fuera sacando ideas de la palabra POBREZA y lo que significaba para nosotros. Nos dio las bases por las que se rigen las ONGs, en las formas y modos de actuar. A continuación, nos dio la definición de solidaridad, que el escritor Luís Aranguren tenía, sobre cinco actitudes que son: por necesidad, como espectáculo, respuesta urgente, como cooperación y como encuentro.

Después del taller que fue muy interesante en todos los aspectos, llegó la hora de la comida en la que pudimos compartir todos juntos nuestras experiencias e inquietudes.

A la tarde se presentaron todos los proyectos de cooperación de la ONG, los que se habían terminado y los que aun faltaban por concluir, así como temas generales, las bases de actuación para cada caso, los objetivos, se acabó con el balance del año 2010

La jornada acabó con un paseo por la ciudad de Barcelona.

Jose y Mari

CMS Badalona

miércoles, 25 de mayo de 2011

UN GRAN TESTIMONIO DE AMOR A LA IGLESIA


Carta del Cardenal de Barcelona sobre Francisco Palau

Este año es el bicentenario del nacimiento del carmelita catalán padre Francesc Palau i Quer, nacido en Aitona el año 1811, fundador de dos congregaciones religiosas muy presentes en nuestra diócesis y en la actualidad también en otros países: las Carmelitas Misioneras Teresianas y las Carmelitas Misioneras.
El padre Palau ingresó en el Seminario de Lleida a los 17 años donde permaneció durante cuatro años. Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz le fascinaron y por este motivo se hizo carmelita descalzo. A pesar de la conmoción vivida a causa de las disposiciones civiles sobre la exclaustración del año 1835, el padre Palau fue toda su vida un carmelita verdadero, y unió la vocación contemplativa al apostolado, en especial a la dedicación a la formación cristiana y a la ayuda a los enfermos.
En la vida del padre Palau i Quer destaca un valor muy admirable: fue un gran servidor de la Iglesia. El Papa Juan Pablo II, en la homilía de la beatificación del padre Palau, el día 24 de abril de 1988 en San Pedro del Vaticano, puso de relieve este riquísimo contenido de la vida y obra del nuevo beato. El Papa dijo que Francisco Palau hizo de su vida sacerdotal una ofrenda generosa a la Iglesia. Durante sus largas horas de oración –tanto en Aitona, como en un lugar de Ibiza conocido como Es Vedrà- siempre estuvo concentrado en el misterio de la Iglesia.
El beato padre Palau nos ha dejado unos escritos sobre la Iglesia que en opinión de muchos representan una visión que se adelanta –cien años antes- a la rica doctrina que sobre la Iglesia nos legó el Concilio Vaticano II. Él se dedicó al servicio de la Iglesia con entusiasmo porque la sentía como a una madre tierna y amorosa, y la amaba como a una esposa pura y santa.
En este sentido, el padre Palau es para nosotros, todavía hoy, un gran testimonio de amor a la Iglesia. Bien cierto, la Iglesia es nuestra Madre en el espíritu, porque nos ha engendrado a la vida de hijos e hijas de Dios, y ella alimenta esta vida con la Palabra de Dios, con la Eucaristía y con los otros sacramentos. Todos hemos de amar a nuestra santa Madre Iglesia, como amamos a nuestra madre, que nos ha dado la vida corporal. “Mi misión –escribía el padre Palau- consiste en anunciar al pueblo que tú, Iglesia, eres infinitamente bella y amable, y predicar que te amo”. Y él era muy consciente de que en el amor a la Iglesia se realiza el gran mandamiento cristiano del amor a Dios y del amor a los hermanos.
En momentos como los que vivimos de indiferencia religiosa, de privatización de la religión, de poco interés por los valores y contenidos religiosos, todos corremos el peligro de perder el ánimo, de adormecernos, de reducir el espíritu misionero y evangelizador. En definitiva, de alejarnos del espíritu y del carisma del padre Palau que tanto han enriquecido a la Iglesia.
Francesc Palau i Quer fue sin duda un hombre de oración, un ermitaño –tanto en la conocida como la Cueva del padre Palau en Aitona, como en el lugar de Es Vedrà, en Ibiza-, pero a la vez fue un hombre de acción, en diversas iniciativas apostólicas, entre las que debemos destacar la famosa Escuela de la Virtud, una catequesis de adultos que él impartía con una masiva asistencia, o el apostolado en la parroquia de San Agustín de Barcelona, cosa que le pidió el obispo Costa i Borrás. La toponimia barcelonesa ha recuperado el nombre de Penitents con el que fue bautizado el centro asistencial creado por el padre Palau al pie del Tibidabo, en el que era entonces barrio de la Santa Cruz de Vallcarca.
Para las religiosas de las dos congregaciones por él fundadas y para todos en general, el bicentenario del padre Palau y el año jubilar que inauguramos en la catedral el pasado 29 de diciembre es una invitación a imitarle sobre todo en su amor a la santa Madre Iglesia.

+Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona


“Mes de Mayo, toca Primeras Comuniones”

En pleno Tiempo Pascual, nos adentramos en el mes de mayo, periodo que la Iglesia dedica especialmente a María, la Madre de Dios. Muchos de los pueblos y ciudades que jalonan nuestra geografía celebran en estas fechas sus romerías y fiestas patronales. También es el tiempo de las Primeras Comuniones. Los más pequeños, que se han venido preparando en los años precedentes para este gran día, reciben en estas fechas por primera vez a Jesús Sacramentado.

Para que la Primera Comunión sea encuentro verdadero con Jesús y comienzo de una nueva etapa de crecimiento cristiano.

El Papa Benedicto XVI ha querido saludar especialmente a los niños de primera comunión en sus palabras tras el rezo del Regina Coeli. Le ha dicho: "A todos los niños que en estas semanas se encuentran por primera vez con Jesús Eucaristía les dirijo un especial saludo, deseando que se conviertan en sarmientos de la Vid y que crezcan como verdaderos discípulos suyos". El papa entabló un diálogo, una catequesis, con los niños. Uno de ellos le preguntó a Benedicto XVI:

RECUERDO DE SU PRIMERA COMUNION

ANDRES, tenía esta curiosidad: "Querido Papa, ¿Qué recuerdo tienes del día de tu Primera comunión?”... Y el Santo Padre Benedicto, le contestó algo muy hermoso:"… recuerdo bien el día de mi primera Comunión. Fue un hermoso domingo de marzo de 1936; o sea, hace 69 años. Era un día de sol; era muy bella la iglesia y la másica; eran muchas las cosas hermosas y aún las recuerdo. Éramos unos treinta niños y niñas de nuestra pequeña localidad, que apenas tenía 500 habitantes. Pero en el centro de mis recuerdos alegres y hermosos, estás este pensamiento…: comprendí que Jesús entraba en mi corazón, que me visitaba precisamente a mí. Y, junto con Jesús, dios mismo estaba conmigo. Y que era un don de amor que realmente valía mucho más que todo lo que podía recibir en la vida; así me sentí realmente feliz, porque Jesús había venido a mí. Y comprendí que entonces comenzaba una nueva etapa de mi vida – tenía 9 años – y que era importante permanecer fiel a ese encuentro, a esa Comunión. Prometí al Señor: “Quisiera estar siempre contigo” en la medida de lo posible, y le pedí: “Pero, sobre todo, está tú siempre conmigo”. Y así he ido adelante por la vida. Gracias a dios, el Señor me ha llevado siempre de la mano y me ha guiado incluso en las situaciones difíciles. Así, esa alegría de la primera Comunión fue el inicio de un camino recorrido juntos. Espero que, también para todos ustedes, la primera Comunión que habéis recibido, sea el inicio de un camino juntos, porque yendo con Jesús vamos bien, y nuestra vida es buena".

A JESUS, NO LO VEO EN LA EUCARISTIA

ANDRÉS, tenía una gran preocupación que quiso confiársela al santo Padre Benedicto. Por eso le preguntó: "Mi catequista, al prepararme para el día de mi primera comunión, me dijo que Jesús está presente en la Eucaristía. Pero,¿Cómo?. Yo no lo veo”. "Sí, no lo vemos, pero hay muchas cosas que no vemos y que existen y son esenciales. Por ejemplo, no vemos nuestra razón; y, sin embargo, tenemos la razón. no vemos nuestra inteligencia, y la tenemos. En una palabra, no vemos nuestra alma y, sin embargo, existe y vemos sus efectos, porque podemos hablar, pensar, decidir, etc. así tampoco, por ejemplo, la corriente eléctrica y, sin embargo vemos que existe, vemos cómo funciona este micrófono; vemos las luces. En una palabra, precisamente las cosas más profundas, que sostienen realmente la vida y el mundo, no la vemos, pero podemos ver, sentir sus efectos. No vemos la electricidad, la corriente, pero vemos la luz. Y así sucesivamente. del mismo modo, tampoco vemos con nuestros ojos al Señor resucitado, pero vemos que dónde está Jesús los hombres cambian, son mejores. se crea mayor capacidad de paz, de reconciliación, etc. Por consiguiente, no vemos al Señor mismo, pero vemos sus efectos: así podemos comprender que Jesús está presente. Como he dicho, precisamente las cosas invisibles son las más profundas e importantes. Por eso, vayamos al encuentro de este Señor invisible, pero fuerte, que nos ayuda a vivir bien".

¡QUÉ IMPORTANTE LA MISA DE LOS DOMINGOS!

JULIA, preguntó algo muy importante: "Santidad, todos nos dicen que es importante ir a misa el domingo. Nosotros iríamos con mucho gusto, pero, a menudo, nuestros padres no nos acompañan porque el domingo duermen. El papá y la mamá de un amigo mío trabajan en un comercio, y nosotros vamos con frecuencia fuera de la ciudad a visitar a nuestros abuelos. ¿Puedes decirles una palabra para que entiendan que es importante que vayamos juntos a misa todos los domingos?”.

El Papa, le contestó: "Creo que sí, naturalmente con gran amor, con respeto por los padres que, ciertamente, tienen muchas cosas que hacer. Sin embargo, con el respeto y amor de una hija, se puede decir: querida mamá, querido papá, sería muy importante para todos nosotros, también para ti, encontrarnos con Jesús. Esto nos enriquece, trae un elemento importante para nuestra vida. juntos podemos encontrar esta posibilidad. en una palabra, con gran amor y respeto, a los padres diría:” comprended que esto no sólo es importante para mí, que no lo dicen sólo los catequistas; es importante para todos nosotros; y será una luz del domingo para toda nuestra familia".

"YO SOY EL PAN DE VIDA"

ANA, preguntó: “Querido Papa, ¿nos puedes explicar qué quería decir Jesús cuando dijo a la gente que lo seguía: YO SOY EL PAN DE VIDA?”

El Santo Padre, hizo esta sencilla catequesis: "…el pan es el fundamento de la alimentación, y si Jesús se llama el Pan de vida, el pan es, digamos, la sigla, un resumen de todo el alimento. Y como necesitamos alimentar nuestro cuerpo para vivir, así también nuestro espíritu, nuestra alma, nuestra voluntad necesita alimentarse. Nosotros, como personas humanas, no sólo tenemos un cuerpo sino también un alma; somos personas que pensamos, con una voluntad, una inteligencia, y debemos alimentar también el espíritu, el alma, para que pueda madurar, para que pueda llegar realmente a su plenitud. Así pues, Jesús dice "Yo Soy el Pan de Vida”, quiere decir que Jesús mismo es este alimento de nuestra alma, del hombre interior, que necesitamos, porque también el alma debe alimentarse. Y no bastan las cosas técnicas, aunque sean importantes. Necesitamos precisamente esta amistad con Dios, que nos ayuda a tomar decisiones correctas. Necesitamos madurar humanamente. En otras palabras, Jesús nos alimenta para llegar a ser realmente personas maduras y para que nuestra vida sea buena".

Decálogo de las familias para las primeras comuniones de sus hijos

Diez verbos -cuyas iniciales forman la palabra clave: Eucaristía- pueden ayudarnos a vivir con sentido y profundidad este día tan esperado para nuestros hijos (Cfr. MJ

ESPERAR: La primera comunión es comienzo, no es final... Ir más allá del instante es fundamental. Comienza una nueva etapa en el proceso de iniciación cristiana de vuestro hijo, que no se puede quedar ahí. La comunidad os necesita.

UNIR: Crear un ambiente de unión y no de división será el mejor de vivir lo que es central en ese día: la común-unión.

CONVIVIR: Caer en la cuenta de que las celebraciones son momentos de encuentro en la familia (padres e hijos, hermanos, abuelos, tíos, amigos...) y con las familias de los compañeros de mis hijos.

ALEGRARSE: Para que la alegría no se esfume es imprescindible poner más los ojos en Dios que en nuestros deseos, gustos, y, a veces, problemas y discrepancias.

RECORDAR: Preparar algún detalle personal que sea auténtico recordatorio del encuentro que el niño ha tenido con Dios. Este encuentro es lo verdaderamente central.

INTENSIFICAR: Favorecer los momentos en los que compartir con el niño confidencias, oraciones y conversaciones sobre la experiencia de Dios recibida.

SIMPLIFICAR: Convertirse en "contrapunto" de los mensajes que incitan al consumo de inevitables y absurdos regalos. Hacer que el día sea "sencillamente distinto".

TRANSMITIR: Comunicar la propia fe es el mejor regalo. Es una buena ocasión para mostrar que la experiencia de la comunión transforma cada día y es Jesús quien nos da la luz que ilumina y orienta nuestra vida.

INTERIORIZAR: Detener la mirada en lo verdaderamente significativo. Hacer balance del día con el niño o niña destacando lo más importante.

AGRADECER: Participar totalmente del Cuerpo y de la Sangre del Señor es motivo más que suficiente para alabar y agradecer a Dios su invitación a formar parte de El. Eucaristía significa "acción de gracias".

¿Recordáis, amigos, el día de vuestra primera comunión? ¿Recordáis el día de la primera comunión de vuestros hijos? Quien os habla recibió la primera comunión el 5 de mayo de 1966. Hace, pues, 40 años. No sé si aquel día fue el más feliz de mi vida. Quizás no, aunque sí fue feliz, hermoso, tierno e inolvidable. Recuerdo bien la celebración. Recuerdo bien las catequesis previas, la primera confesión, la oración de acción de gracias tras haber comulgado por primera vez. Recuerdo bien la sensación de que algo grande que me había ocurrido. Recuerdo bien asimismo los días siguientes en que iba contando las sucesivas comuniones que recibía. Recuerdo bien asimismo los primeros grupos de catequesis de primera comunión que preparé como catequista.

Todos estos recuerdos se agolpan en mi memoria y en mi corazón con el sentimiento y la convicción de que merece la pena seguir cuidando al máximo la preparación y la celebración de la primera comunión de nuestros niños. Que toda la comunidad eclesial y que los padres y familiares de nuestros niños de primera comunión deben respetar y potenciar, también al máximo, la identidad y la esencia de este acto religioso y cristiano a fin de que sea lo que tiene que ser .La primera comunión es el final de un proceso catequético, evangelizador y religioso y el comienzo de otro. Comienza una nueva etapa, que requiera también de formación catequética, de vida de piedad y de ejemplo de los padres y de demás personas del entorno de los niños. Jamás debe ser el día de la primera y de la última comunión.

UNA REFLEXION FINAL

Aquel día, cercano o ya lejano; día maravilloso en que Jesús por primera vez te visitó: hizo por unos instantes de tu corazón, su Sagrario. Con este encuentro del Papa con estos niños, puedes: "revivir aquellos instantes de tu primera Comunión", fortalecer tu fe en Jesús Eucaristía, amarle y adorarle. Puedes redescubrir la necesidad que todos tenemos de “mantener limpia el alma”, desde el sacramento de la Reconciliación…

Que María santísima, te enseñe a "adorar a Jesús, en la Santa Eucaristía” ¡El Señor ha querido quedarse en el Sagrario para que vos vayas a darle tu amor, a adorarlo!. "…la adoración es, en su esencia, un abrazo con Jesús, en el que le digo: “Yo soy tuyo y te pido que Tú también estés siempre conmigo” (Benedicto XVI)".

CMS se suma a estas palabras del Papa y felicita a los niños de primera comunión y a sus familias con la esperanza de que tengan un verdadero encuentro con Jesús Eucaristía, que suponga el comienzo de una nueva etapa de crecimiento en su vida cristiana

CMS Trigueros

lunes, 23 de mayo de 2011

Cuento de las monas danzarinas

¿Qué significa ser cristiano?

1) Para saber

Nos cuenta Esopo en una de sus fábulas que un faraón egipcio ordenó que varias monas aprendieran a bailar. Su maestro de baile les enseñó a dar varios pasos de baile, y cuando ya estuvieron listas las presentaron en público. Las vistieron muy elegantes de seda. Todo comenzó muy bien, y las monas bailaban al compás de la música. Sin embargo, uno del público tuvo la ocurrencia de aventarles unas nueces. Al ver el alimento, los animales rompieron la formación y se fueron tras ellas. Entonces el público comenzó también a tirarles más nueces y todo acabó en un gran desastre: ya no bailaron, lo que les importaba era alimentarse. Y termina diciendo Esopo que “aunque la mona se vista de seda, ¡en simple mona se queda!

Un famoso dicho resume la fábula: “El hábito no hace al monje”. No basta haber adquirido un título, un ascenso o un grado superior, es necesario saber comportarse de acuerdo a él. Si una persona entra al ejército, no bastará con portar el uniforme para ser un buen soldado, es necesario que aprenda a comportarse como un militar y adquiera la ciencia que le corresponde. Al hacerse cristiano sucede algo semejante: con el Bautismo se nace a la vida espiritual, pero no basta para ser buen cristiano, sino que es necesario que se comporte como tal.

2) Para pensar

Para hacernos buenos cristianos contamos con la ayuda divina, la cual nos viene del Espíritu Santo, en especial en el sacramento de la Confirmación.

Posiblemente pocas veces nos hemos preguntado sobre el origen de la palabra “cristiano”. Ciertamente proviene de “Cristo”, pero ésta a su vez significa “ungido”, por lo que “ser cristiano” significa también “ser ungido”

El Sacramento de la Confirmación incluye en su rito la unción que hace el Obispo con un aceite bendecido llamado “crisma”. Dicha unción tiene un simbolismo: antiguamente los luchadores se ungían aceite para poder luchar e impedir que el enemigo los atrapara con sus manos fácilmente. El cristiano es ungido para vencer los peligros de las tentaciones

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña otros significados que tiene la unción: el aceite es signo de abundancia y de alegría; purifica y da agilidad; es signo de curación, pues suaviza las contusiones y las heridas y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza (cfr. n. 1293).

Pensemos si nos comportamos de forma coherente con nuestra condición de cristianos; si sabemos defender nuestra fe y nuestra alma como soldados leales que somos del Señor.

3) Para vivir

Por la Confirmación, se participa más plenamente en la misión de Jesucristo y en la plenitud del Espíritu Santo, para que toda su vida desprenda el ‘buen olor de Cristo’(2 Co 2,15) (cfr. n. 1294)

Podemos procurar que quienes aún no han recibido la Confirmación, nosotros mismos o los demás, se acerquen lo más pronto posible a él.

Con este Sacramento se obtienen grandes beneficios: une más firmemente a Cristo y aumenta los dones del Espíritu Santo. Además concede una fuerza especial “para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1303).

CMS Trigueros

Yo soy el camino y la verdad y la vida

5º Domingo de Pascua - A

EVANGELIO: JUAN 14,1-12

Jesús, tras anunciar la traición que se cierne sobre él, las negaciones de Pedro y su partida, intenta calmar el ánimo de los suyos por la lógica turbación del momento. Sus palabras nos recuerdan las de Isaías a Acaz, cuando “tembló su corazón y el corazón de su pueblo como se estremecen los árboles del bosque sacudidos por el viento... ¡Ten calma, no temas ni desmaye tu corazón!”. En aquella ocasión el motivo del estremecimiento fue el cerco de la ciudad; en el caso de Jesús es la traición de los falsos discípulos, la cobardía de los seguidores y la ausencia del Maestro lo que provoca el desconcierto y el miedo. La comunidad cristiana -entonces como ahora- estaba amenazada por la persecución de los adversarios, por la debilidad interna de sus miembros y por la sensación de olvido y abandono. Las dificultades se multiplican dentro y fuera de ella y, en los más comprometidos, aparece el miedo y la turbación con el riesgo de perder la fe.
El problema no es ya que el mundo se haya situado de espaldas a la luz, sino que los creyentes están dejando que se apague. La barca se agita en medio de la noche, sacudida por el viento y las olas, y la voz del maestro vuelve a sonar con un reproche: “¡Hombres de poca fe! ¿Por qué tenéis miedo?”. Sabe bien que el miedo es la mayor amenaza para la fe, porque es cierto que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.
Para ratificar sus palabras, Jesús se presenta como camino. No caminar con él es andar errante, perdido, sin meta y sin futuro. Conecta así con los sentimientos más profundos del hombre y ofrece una respuesta a su búsqueda. Pero hoy muchos han cesado en la búsqueda, se han instalado en el ahora de espaldas al después. El problema es que sin metas ni ideales ¿qué sentido tiene el vivir? La felicidad consiste en la dicha de saber que la vida tiene sentido y, sin metas, no hay sentido.

Tal vez por eso al camino une la verdad, entendida desde la mentalidad semita, según la cual no es la mentira absoluta lo que más daña al hombre, sino la ignorancia y las medias verdades. Porque, de la mentira abierta y clara podemos defendernos, pero estamos indefensos si nos atrapa la ignorancia o la verdad a medias -mezcla de lo verdadero y lo falso-. Y con la verdad, la vida, que es el complemento necesario y el principal valor, ya que todo es en función de la misma. Jesús es el camino verdadero hacia la vida o, si se prefiere, el camino a la vida verdadera. En estos tiempos de confusión y violencia, mentira y muerte, con el terrorismo y la guerra en tantos lugares, el corazón está amenazado por el desaliento y el miedo. Es necesario y consolador oír las palabras de Jesús para no perder la fe en Dios y en el hombre.

1-2 Dijo Jesús a sus discípulos: «No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias, si no os lo habría dicho, y me voy a prepararos un sitio.

Existe una inquietud entre ellos por el anuncio que ha hecho de su partida. Les pide confianza. Que se fíen de él. Que confíen en Dios tanto como en él. Jesús apela a la fe del judío, que nunca se considera independiente en su relación con Dios, aquel que da a la criatura la estabilidad de la roca, Y apela también a la fe en su persona: si no pueden seguirle todavía, sus discípulos tienen que seguir apoyándose en él, con la misma firmeza que en Dios mismo.

La conmoción de los discípulos, nos comenta L. Dufour, no se debe solamente a la separación de aquel que se había hecho necesario para su existen-cia, sino también a una decepción profunda sobre el valor de la empresa en que los había metido Jesús, cuyo éxito habían esperado.

El judaísmo de la época, muy preocupado por el mundo venidero, se imaginaba el cielo como un conjunto de estancias, en las que algún día llegarían los hombres

La expresión "la casa de mi Padre" había sido aplicada por Jesús al Templo, que se había conver-tido en una cueva de ladrones. Aquí tiene la significa-ción de morada u hogar donde hay habitaciones, lugar familiar de comunidad y vida. Dios ya pertenece al ámbito familiar. El temor y el misterio de lo sagrado pasa a ser cercanía y confianza familiar.

3-4 Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y donde yo voy, ya sabéis el camino.»

Con este lenguaje figurado describe Juan la nueva relación de cada discípulo y de la comunidad con Dios. Ya no es el Dios lejano y tremendo sino el cercano y familiar. Los hombres ya no son sus siervos, son sus hijos, hermanos de Jesús. En la vida nueva nacida del Espíritu se recorre un camino seme-jante al de Jesús.

Ya sabéis el camino porque me habéis visto lo que he hecho y dicho. Todo lo que he estado haciendo y enseñando es el camino. Todo lo que he estado haciendo, hacedlo vosotros. Camino es la praxis, la acción, es el modo de vivir.

5-6 Tomás le dice: «Señor, no sabemos dónde vas, ¿cómo podremos saber el camino?» Jesús le responde: «Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

Cuando lo de Lázaro, Tomás estaba dispues-to a morir con Jesús. Para Tomas con la muerte termina todo, incluso le costara reconocer que Jesús ha resucitado, ya lo vimos (20,24). Está desconcertado y no sabe a dónde se marcha Jesús.

La imagen de camino para señalar la orienta-ción de una existencia o una opción decisiva que hay que hacer, es una imagen universal. El israelita pide con confianza: “Dame a conocer tus caminos, Señor… Enséñame tus senderos (Sal 25,4.10)

Jesús no es guía, sino camino hacia el Padre. Es puerta de entrada, como vimos en el evangelio anterior. Por él viene la verdad de la revelación y la vida, que es el resultado. Es un camino auténtico (verdadero) y vital, es verdad y vida en camino.

Es la vida porque es el único que la posee en plenitud y puede comunicarla (5,26). Por ser la vida plena es la verdad total, que puede conocerse y formularse como la plena realidad del hombre y de Dios. Es el único camino porque solo su vida y su muerte muestran al hombre el itinerario que lo lleva a realizarse. Seguirlo, por tanto, consiste en recorrer su camino, asimilarse a su vida y muerte.

7-8 Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora lo conocéis y lo habéis visto.» Le dice Felipe: «Señor, mués-tranos al Padre y nos basta.»

Los discípulos poseen ya un conocimiento de Jesús y, por lo tanto, ven en él al Padre. Pero este conocimiento es progresivo y no es intelectual sino familiar. No se quiere lo que no se roza. Ahondar en el conocimiento de Jesús y practicar el amor nos va haciendo más hijos de Dios.

Felipe está fuera de juego. El que había sido invitado por Jesús a seguirlo, que lo identificó con la figura del Mesías se queda estancado en la tradición recibida y no se da cuenta de que Jesús desborda toda promesa, que él es la presencia misma de Dios en el mundo.

9-10 Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros ¿y no me conoces Felipe? Quien me ha visto a mí, ha visto a mi Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Lo que yo os digo, no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en Mí, él mismo hace las obras.

Jesús le contesta con una queja. Anclado en sus ideas tradicionales le ha impedido el conocimien-to pleno sobre Jesús. El evangelista anotará que solo después de la resurrección comprenderán que Jesús es el nuevo santuario donde habita la gloria.

La presencia de Dios en Jesús es dinámica; a través de él ejerce su actividad. Al ser presencia del Padre, lo es también de su acción creadora.

11-12 Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.

Insiste Jesús en su total sintonía con el Padre. La prueba son sus obras: quien considere la calidad de sus obras, tiene que concluir que son de Dios. Actúa siempre en favor del hombre, y Dios creador tiene que estar necesariamente siempre a favor del hombre, su criatura.

La obra de Jesús solo ha sido un comienzo. Y no se propone como un modelo inalcanzable, el único capaz de hacer tales obras. El discípulo podrá hacer lo mismo y aún más. Da ánimo a los suyos para un futuro trabajo en favor del hombre

1. NADA DE TURBACION, CREED EN MI

Hoy también tenemos muchas incertidumbres, desasosiegos, tristezas…

Los hijos nos llenan de incertidumbres. Su lento madurar nos preocupa. Tantas ofertas vanas que le presenta la sociedad de consumo, nos irrita, porque se dejan llevar, atrapados y cegados con tantos luminosos. Su escaso compromiso con las causas justas y verdaderas nos hacen perder la paz.

La enfermedad nos asalta sin esperarla. Nos descoloca y perdemos norte y seguridad. Y no solo una enfermedad incurable sino aquellas que vienen por derecho sabiéndonos débiles por la edad y el poco cuidado que hemos tenido de nuestro cuerpo.

Las personas en las que confiábamos se vuelven en contra nuestra, en el trabajo, en la familia, en la comunidad. Nos quedamos resentidos, en paz con nosotros mismo pero "en guerra con nuestras entrañas", como decía el poeta.

El trabajo cada día más difícil y más precario. Y la crisis nos ha cogido desprevenidos y sin recursos. Los hijos mayores todavía están sin trabajo y no tenemos más remedio que darles cobijo y ayudarles en las hipotecas. Esta situación nos deja empobrecidos de cuerpo y alma.

Y así un sin fin de temas que nos dejan turbados en lo más profundo. ... El Señor también nos dice: no perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí.

¿Es verdad en mi vida? ¿Adoro y confío?

2. EN LA CASA DEL PADRE CABEMOS TODOS

En la casa del Padre hay muchas habitaciones. En la casa del Padre cabemos todos: los más pobres que no han tenido casa propia, los hijos pródigos que anhelan regresar, aquellos que han trabajado con honestidad y dedicación para llevar una casa de familia adelante y aquellos otros que han dejado familia para dedicarse de lleno a los más desfavorecidos. Todos los misioneros y misioneras. Todos los voluntarios solidarios. Todos anhelamos llegar a esa casa donde ya no habrá llanto ni dolor, así lo esperamos porque Jesús nos lo ha prometido.

Anhelar esa casa ¿no es comenzar a practicarla desde aquí abajo y desde ahora mismo compartiendo y dejando sitio?

3. JESÚS: CAMINO, VERDAD Y VIDA

Para ir a Dios, para conocerlo, hay que caminar con Jesús, que es el camino y el acompañante. Y podemos preguntarnos ¿donde está Jesús? Está dentro de mí, en la comunidad, en los más pequeños y deshereda-dos, en su palabra, en todo gesto de ternura hacia el hermano, en toda crítica serena ante la injusticia, en toda lucha por liberar las ataduras personales o estructurales.

Todos, a nivel personal y comunitario, tenemos que recorrer un camino. El camino expresa dinamismo y vida. Es madurez, plenitud de todas las potencialidades que se nos ha dado. Jesús marca la dirección: es el camino que él mismo ha abierto y trazado, el de la solidaridad con el hombre y la entrega sin reservas. Ahí se encuentra el éxito de la vida, la vida definitiva. Todo otro camino lleva a la nada, a la muerte. En ese amor por el hombre se encu-entra al Padre. Y Jesús acompaña siempre a los suyos en ese camino. No es solamente individual sino comunitario. Su muerte no interrumpe el contacto.

Es verdad porque el proyecto de Dios en Jesús se nos comunica y se realiza: ser hijos y por lo tanto herma-nos.

Es vida, porque la que él tiene en plenitud la ofrece a quienes estén dispuestos a recibirla: el Espíritu que da vida.

¿Que decir y compartir de lo leído y rezado?

4. CONOCER A JESUS ES CONOCER AL PADRE

Bien es cierto que vamos conociendo facetas, sentimientos, actitudes, hechos y palabras de Jesús en nuestra oración personal y comunitaria. El estudio de evangelio que hacemos cada semana nos está ayudando muy mucho. Las reuniones de grupo nos abren luces insospechadas de un Cristo vivo y presente. Sentimos en nuestras vidas su presencia continua y escuchamos en lo más profundo sus palabras de ánimo y de perdón.

Y porque lo vamos conociendo, vamos conociendo a un Dios nuevo y distinto del que nos enseñaron. Porque el único Dios es el Dios de Jesús. El es la imagen del Dios invisible. No todos los dioses son el Dios de Jesús.

¿Qué puedo aportar de mi experiencia a este punto?

5. YO ESTOY EN EL PADRE

Jesús nos revela al verdadero Dios. Jesús mismo es Dios. En el se manifiesta la ternura y el amor de Dios. Conocer a Jesús es ir por buen camino. El se ofrece sin imposiciones. Pero toda su fuerza y potencia se convierte en debilidad si el hombre no lo acepta.

¿Me abro al conocimiento y al amor que Dios me tiene?

¿Voy descubriendo en Jesús al Dios verdadero?

¿Que facetas me siento llamado a vivirlas con más intensidad?

Hacer obras mayores. ¿Yo tan pequeño y tan cobarde? ¿Yo, que me rajo ante cualquier compromiso? Pero primero dice: el que crea en mí. La fuerza está en El. ¿La tengo?

CMS Trigueros